martes, 17 de abril de 2012

La mitad de "The Journey"

Hola para los pocos que se pasan por el blog... me da gusto informar que con la incorporación del capítulo 10 The journey to Monihiant Xyay va la mitad del recorrido.

Aprovecho para disculparme por los múltiples retrasos que ha tenido pero que sepan que el proyecto sigue en curso y que no lo dejaré por nada del mundo. Mi mayor deseo es poder terminarlo y que ustedes, los que me lean lo disfruten.

Tambien aprovecho para decir que próximamente aquí tambien se encontrarán los capítulos 11 y 12. En uno de los 2 incorporo una canción que ha sido escrita por un conocido mío y que estoy seguro disfrutaran mucho. Podrán descargarla y todo de aquí.

En cuanto este listo lo subiré.

miércoles, 11 de abril de 2012

Capítulo 10

Capítulo 10
Absian-Ley


El cuerpo joven de Tedd no hacía ni sombra comparado con los brazos fornidos y velludos de Lorenzo Arcal. Aunque no se notaban con la capucha; una vez descubierto era evidente que el capitán Arcal era todo un bárbaro de treinta y tantos años de edad y experiencia.
Sólo el número de vellosidad era superado por las múltiples cicatrices que circulaban por su cuerpo.
Era increíble, pensaba McLorence, cómo un ser humano pudo haber resistido tantísimo dolor en el pasado y mantenerse de pie en el presente.
La cicatriz más notaria era una que viajaba desde el final de su cuello; atravesando por su pecho, estómago y costado, finalmente hasta su espalda. Si, la herida cortó una curva justo al llegar a su costado y continuó unos centímetros por su espalda.

-¡¿Qué bestia es capaz de hacerte esa clase de marca?!- gritó Tedd desde el otro lado del bote tratando de no hacer muy notorio lo asustado que estaba.
-¡Ninguna bestia...! -respondió. -¡Fue un hombre hace muchos años!
-¡Debió doler mucho!
-El peor de los tantos dolores que he sufrido en mi vida... -pronunció con voz entrecortada y casi nadie lo escuchó incluyendo a Tedd.

El muchacho tomó entre sus manos el arma que le fue dada por los bárbaros como parte del ritual convocado por él. Era una simple espada con el metal grueso pero con punta afilada: un arma común entre los bárbaros del mar. Lorenzo sostenía una igual.
Enrollando el mango del arma había un listón rojo que también era característico entre los bárbaros del sur. Antiguamente en la guerra esto los identificaba como guerreros aliados o enemigos dependiendo de tu bando.

Tedd miró los ojos de Lorenzo, hizo una finta con su arma y corrió a toda prisa contra él.
El bárbaro permaneció parado esperando el ataque del muchacho. Sin más tiró su espada al piso del bote y no se movió de su lugar ni un centímetro. Tedd aprovechando la oportunidad continuó hasta llegar al capitán; alzó su brazo y con la espada realizó un rápido movimiento con la intención de cortar en dos a Lorenzo Arcal.

Las pocas habilidades de Tedd con el manejo de la espada le fueron enseñadas por su padre: caballero real de Laroiss y sus fuerzas armadas; encargados de escoltar y proteger a la familia real de todo el que intente penetrar los muros del castillo.
No le fue difícil aprender lo básico ya que desde niño siempre estuvo interesado en ser soldado real e inclusive el manejo de armas como la espada y sus artes le maravillaban. Era su sueño, convertirse en un caballero de la guardia real algún día.

Pero luchar contra un bárbaro era muy diferente.

Lorenzo evadió el filo agachándose, con el impulso dado por sus piernas giró sobre su propio eje. Conforme al giro se volvió a incorporar y con su muñeca girada soltó un golpe con sus poderosos nudillos; el ataque fue dado horizontalmente traspasando la gentil defensa de Tedd y propinar un golpe en la oreja del muchacho.
Con esto lo hizo perder por unos instantes el equilibrio. Fue suficiente para que el bárbaro aprovechara la situación. Respiró hondo y le plantó otro golpe, esta vez con su codo hacia la espalda del muchacho. Esto no sólo hizo que Tedd soltara su espada sino que también su cuerpo cayó casi desmayado hacia la madera.
Tedd trató de levantarse con sus temblorosos brazos pero recibió al instante una patada en sus costillas con las botas azul oscuro del capitán. Nuevamente cayó súbitamente sobre el suelo exigiéndole a sus pulmones respirar; la asfixia lo comenzó a desesperar.

Le tomó más tiempo de lo que pensaba pero después de respirar profundamente y descubrir que tenía mucho dolor interno tuvo la suficiente fortaleza para ponerse de rodillas. Tedd predijo un siguiente golpe aproximarse a su cara, logró detenerlo con sus dos manos.
Lorenzo sujetó ambas manos con sus gruesos dedos llenos de rasguños y estiércol; en respuesta lanzó una patada a la cabeza descubierta del muchacho.

El cuerpo de Tedd McLorence se desmoronó por tercera vez hacia la madera astillosa y húmeda.
Lorenzo tomó la espada que por esa área había dejado caer y dio cortos pasos hasta llegar al muchacho casi inconsciente del dolor. Estaba boca abajo, el capitán hizo girar su cuerpo con una patada, lo dejó bocarriba. Dio un último aliento consiente y luego perdió el conocimiento.

Los gritos de la tripulación exigían sangre y sufrimiento. Un son potente se levantó desde las velas hasta los calabozos, de lo ancho del acrostolio hasta la proa.

-¡Mátalo, mátalo!- repetían todos juntos una y otra vez sin detenerse desde que su capitán, héroes de muchos, tomó la espada entre sus manos.

Lorenzo Arcal levantó su musculoso brazo y con él alzó la espada hasta posicionarla de la forma más correcta para decapitar el cuerpo del muchacho. El bárbaro continuó la acción hasta que se detuvo bruscamente, no sólo él sino toda su tripulación; cesaron de inmediato al escuchar el grito del otro muchacho, de Neil.

-¡Yo soy el hijo de Monihiant Xyay! -gritó antes de que el frío acero rebanara a su amigo frente a sus ojos. -Mi nombre es Neil Xyay, no soy muy valiente... mi amigo está metido en todo esto por mi culpa. Si alguien debe recibir todo ese castigo ese debo ser yo.

Lorenzo Arcal ignoró absolutamente todo lo que había dicho Neil.
Estaba inmóvil, tal y como se había detenido antes de matar al chico. No dejaba de apreciar los orbes de Neil. El rostro del bárbaro era de completo asombro. Al comprobar que efectivamente él era hijo de Monihiant Xyay soltó su espada y se incorporó nuevamente.
Sus ojos denotaban hasta cierto punto nostalgia.

-Eloz, Greso, quiero que se lleven al joven McLorence y le traten sus heridas. -ordenó. -Todos los demás dejen en paz a la chica. Quiero estar a solas con este muchacho...

Con un gesto el capitán de Le Ghiantre invitó a Neil a su camarote.
Entraron al pasillo sin decirse nada el uno al otro; caminaron hasta una cámara llena de armas de fuego, posteriormente bajaron por unas escaleras rechinantes y al final de las mismas había una puerta que los llevaba a la habitación de Arcal. Habitación que le costaría la vida a todo aquel bárbaro tripulante del barco que pisara la alfombra con sus pestilentes pies.
El capitán sirvió en unas copas de vidrio un jugo amarillento sacado de una botella verde obscura; el liquido era transparente y olía a aceite casero del que Neil pudo comprobar porque lo utilizaba en la cocina de la carnicería del Abastor. Por lo mismo negó un trago de eso y Lorenzo se lo fue empinando sorbo por sorbo.

-Es impresionante cómo se dan las cosas -dijo. -Sin duda lo eres, no me había dado cuenta pero, por las aguas saladas, eres idéntico a él.
-¿Qué nos pasará a mis amigos y a mí? -preguntó Neil aun asustado y sin saber qué pensar.
-Todavía no sé, pero no deberías preocuparte porque no los vamos a encerrar más.
-¿Conoces a Monihiant? -preguntó luego de un suspiro.
-¿Conocerlo? -sonrió y soltó una carcajada. -Él fue el que me hizo esto...

Apunto con su dedo e hizo un rápido recorrido por su cicatriz más grande. Reconoció que es su mayor tesoro.
En la cultura del bárbaro toda herida que se consagra en combate tiene tras ella una historia. Entre los bárbaros del sur no había alguien con una cicatriz tan grande como Lorenzo Arcal. El haber sobrevivido a dicha herida lo convirtió en una leyenda viviente.
Durante horas el hombre le contó a Neil sobre sus aventuras y por supuesto sobre su enfrentamiento con Monihiant Xyay, todo sin escarbar en detalles.
Neil le contó muy brevemente su cometido por encontrar a ese hombre. Le incomodaba que Lorenzo no lo dejara de mirar mientras él hablaba.

-Lamento todo lo que ocurrió Neil -insistió el hombre. -Pero dejamos ya muy atrás la parada a Shelsy. Salimos del otro lado, ahora nos dirigimos a la región de Crehios dónde nos moveremos hasta Baldohem, pueblo de bárbaros. No creo que sean bien recibidos allí, sin embargo desembarcaremos en el puerto de Vallen. Es tranquilo y de ahí podrán moverse hasta Shelsy.


Neil agradeció la información sobre el lugar. Por más que intentó sacar datos del capitán sobre su papá Lorenzo no le dijo nada.
Parecía que algo ocultaba pero su presencia le provocaba todavía suficiente miedo como para no ponerse brusco con las preguntas.



El resto del viaje fue aburrido.
Durante una semana los jóvenes vivieron con los bárbaros y comieron de sus alimentos, que aunque les parecía delicioso era de proporciones enormes; lo que sobraba se lo comían horas más tarde mientras que los bárbaros saboreaban sus platos hasta la última pisca de sabor. En otras circunstancias los hubieran matado si veían un plato inacabado de ellos y desperdiciado en el momento de la comida.
Después de las múltiples experiencias en el almuerzo a Neil y Molly no les extrañaba que tuvieran que ir a otros lugares para abastecerse. Todo lo hacían sin medida y demasiado rápido, entre todas las cosas su manera de "ir al baño" era lo que más les asqueaba.

Tedd no despertó hasta tres días después de la paliza que le propinó el bárbaro. Neil le dijo que tuvo mucha suerte de haber estado inconsciente tres días y no oler la putrefacción del barco y sus marinos. No había peor olor que Le Ghiantre durante un día soleado.
Su amigo lo visitó junto con Molly luego de despertar. Ella aunque no lo admitía le preocupaba un poco la salud de McLorence.
Los tres hablaron de lo ocurrido. Molly aunque sorprendida decidió que ese no era momento de interrogar a Neil sobre su reciente declaración sobre que era carne y sangre de Monihiant Xyay. La ladrona tendría muchas cosas que decirle pero no lo hizo en ese momento.

-¿Admitirás que te volvimos a salvar la vida? -pronunció Tedd con dificultad.
-¿Ustedes? Yo salvé mi propia vida -produjo Molly molesta. -En el momento en que el tipo rudo me cargó me hice con las llaves. Cuando se volteó y me lanzó a sus hombros pegué las llaves en el cerrojo. Todo estuvo planeado niños.

Tedd sin ánimos de pelear le dio la razón con un tono sarcástico. Eso provocó que Molly se molestara más de lo que ya estaba.

Neil contó un poco más de los acontecimientos mencionados por Lorenzo Arcal advirtiendo su llegada a la región de Crehios, más concretamente sobre su parada en el puerto de Vallen. Tedd admitió querer tocar tierra lo antes posible.
Molly no perjudicó las decisiones de los muchachos porque tenía que llegar a Vallen, pasear con ellos hasta Shelsy y de ahí tomar un transporte hacia Bornia para volver a reclutarse con sus compañeras.
La joven negó rotundamente su agrado a los chicos y se fue de la habitación, estampó la puerta y después del segundo rebote la puerta se cerró por sí sola.

-Amigo, creo que me gusta. -dijo Neil mirando la puerta.
-¿Molly la gruñona?
-¿Crees que tenga oportunidad?
-Con suerte no, recuerda que ella es una ladrona y asesina, sólo te traerá problemas en el futuro.
-¿Crees que haya asesinado a alguien?
-Según ella sí.


Los marinos gritaron felices -tierra a la vista  -cumpliendo una semana después del Absian-Ley.
Neil y Molly llegaron primero a la borda para ver el puerto al que se acercaban cada vez más. Tedd tardó un momento en llegar hasta los muchachos; todavía tenía delicadas sus heridas y un par de costillas en recuperación.
Al lado de los tres también llegó Lorenzo Arcal para acompañarlos hasta que el barco tocara la orilla del puerto.

-Hay ciertas cosas que tienes que descubrir sobre Monihiant tú solo Neil Xyay. -dijo Lorenzo luego de haber mordido una manzana podrida que encontró hace unos segundos por los barriles cerca del mástil. -Antes de verlo prepárate física y mentalmente. Sobre todo mentalmente.
-Todavía me preparo mentalmente para digerir la noticia. -dijo el carnicero con una sonrisa.
-Por cierto joven McLorence. -se dirigió Lorenzo al muchacho entumecido. -Espero no haber sido muy duro contigo...
-¡Nah! ni me dolió.

Capítulo 9

Capítulo 9
Le   Ghiantre


Habían pasado más de tres horas desde que los jóvenes fueron metidos en contra de su voluntad a los calabozos de la nave: Le Ghiantre, enorme y poderosa, temida y, hasta cierto punto, respetada en todo lo ancho del mar. Las velas eran color negras con el símbolo de las espadas impregnadas en ellas; la madera parecía oscura pero seguramente era por la suciedad que trascendía de los años. A diferencia de los piratas los bárbaros no limpiaban su nave a menos que sea con las lluvias del medio año o la misma agua salada del mar que a veces brincaba precipitada sobre la borda.
Y ya ni hablar de sus desperdicios corporales. Con suerte el mismo mar hacía historia sus "pertenencias".

Los bárbaros de agua salada eran los peores de su especie. La cual se ramificaba entre los que vivían permanentemente como guerreros en las colinas húngaras de Baldohem; y los que viajaban en naves en busca de nuevos refugios y pueblos abandonados dónde pudieran poblar los de su especie... o conquistar.
En el viejo mundo los bárbaros eran uno de los seres más temidos porque conservaban antiguas tradiciones cómo los rituales de sacrificio, dominar reinos enteros y encontrarse en guerras de conquista cómo ya se mencionó antes. Desde luego la pequeña pisca de piedad había sido borrada de su tribu muchas décadas atrás con la guerra que los consolidó como bárbaros separándolos de la gente normal a casi ser animales; bestias insaciables de sangre, sudor y tierra.



Afortunadamente para Neil y Tedd conservaban celdas separadas entre los tres, porque si a Molly le hubiera tocado alguno de los dos ya lo hubiera matado a golpes en ese momento.
Durante esas horas ella las pasó gritando maldiciones y deseando haber muerto en la horca.
Los muchachos guardaron silencio mientras eran regañados. No podían decir nada porque todo era cierto. Su plan había salido catastróficamente mal. Por ningún momento pensaron que tarde o temprano terminarían en manos de los bárbaros... mucho menos prisioneros. Al haber investigado los botes comerciales de esas horas no esperaban ser víctimas de uno de los engaños más aclamados por los comercios y las bahías vecinas.
El padre de Tedd McLorence hace meses le contó que había marinos sangrientos engañando en el mercado para robar comida y llenar sus barcos escondidos de despensa para sus viajes.


-Te puedes ir olvidando de llegar a Shelsy -le dijo Tedd tratando de esconder su preocupación. Aunque después de un rato era muy fácil de notar. -Si ellos estaban en el mercado del muelle quiere decir que se han abastecido para un largo viaje.
-¿Qué creen que nos hagan? -preguntó Neil aterrado.
-Ojala los maten -pronunció tranquila y sin vacilar. Molly estaba más seria que en minutos pasados. -En todas partes he oído los rumores de que los bárbaros del mar casi nunca comen bien. Las comidas son tan escasas que se tienen que matar unos a otros por el último pedazo de pan. Inclusive, a veces, se comen a gente que ellos capturan...
-¡Eso no es cierto! -gritó Neil con los ojos vidriosos.
-¡Ustedes no saben nada de mí! ¡No tenían ningún derecho a salvarme!

Durante unos segundos el joven carnicero y la ladrona se gritaron mutuamente todos sus pesares.
Los tres estaban alterados. Sabían que estaban más cerca de la muerte de lo que podían haber imaginado; al menos Tedd y Neil.
Estuvieron a punto de abrir viejas heridas en ambos corazones cuando de pronto Tedd de un grito los mandó a callar.

-Neil... ella tiene razón, no sabemos nada sobre ella -produjo tranquilo, tomó su debida pausa y aprovechó que era escuchado por sus compañeros de celda. -Los tres somos muy distintos y tenemos diferentes formas de pensar. Incluso me atrevo a decir que es mejor que se hayan dado estas circunstancias, porque el mundo fuera de Laroiss es muy cruel. Quizás tú Molly ya lo sabes... pero no hay de otra que seguir viviendo.
Ahora en este momento estamos atrapados y no pienso morir atrapado. Todavía me falta robarle el corazón al amor de mi vida.
-¿Cómo vas a salir de aquí? -preguntó Molly ignorando su último comentario.

Los tres jóvenes escucharon voces en la parte superior del barco. Justo encima de ellos sentían que las cosas estaban agitándose.
Miraron los tres casi al mismo tiempo por pequeños orificios que daban hacia el exterior. Al principio no veían más que mar y cielo. Sin embargo en un instante el paisaje fue bloqueado por las naves del imperio real de Laroiss y la frontera con el sur hacia las ciudades centrales.

Neil no pudo evitar una sonrisa de entera satisfacción y estuvo a punto de gritarles que allí lo tenían preso. Pero luego recordó lo que hizo en La Gran Central y pensó que bajo la advertencia que había recibido en la corte real y aún después haber detenido la ejecución de Molly tendría el mismo destino en Laroiss que con los bárbaros.
A pesar de todo su llama por seguir su viaje hacia Monihiant Xyay no se había apagado por completo.

Le Ghiantre pasó la frontera sin muchas complicaciones.
Uno de los generales pisó el bote por unos cinco minutos y luego regresó con sus compañeros. Los jóvenes no vieron nada ni escucharon más allá de los pasos en el piso de madera, sin embargo se les hizo claro que la frontera era sobornada por los bárbaros. No sabían cómo pero había ya un trato ahí. De alguna forma los bárbaros les tenían que ser útiles a ellos y dichos cerdos aprovechaban su inmunidad para abastecerse en sus viajes.



Pasó un largo rato en el que los muchachos no vieron ni sintieron presencia de nada sobre sus cabezas. El barco siguió su rumbo atreves del mar por unas cuantas horas más.
Los tres morían de hambre. En Molly era menos notorio y aún así le gruñían las tripas.

-Fue inútil empacar -dijo Tedd a sus compañeros. -Seguramente ya todo lo habrán hecho pedazos. La poca comida que trajimos ahora debe estar regada entre ellos a como se les dio a entender.
-Es que todo lo planearon muy bien, no sé por qué todo ocurrió de esta forma. -produjo sarcástica Molly ya recostada en la rechinante madre maloliente y vieja.
-Para empezar no tendríamos estos problemas si no fuera por ti y tus compañeras... -exclamó McLorence.
-Nada de eso hubiera pasado si no te comportaras como un casanova para hacer tu vida más interesante. Con mis compañeras luego me las arreglo.

La discusión de Tedd y Molly duró demasiado poco; un fornido y oloroso bárbaro entró a los calabozos, abrió la celda de la chica y con sus sudadas manos la tomó  y la cargó entre sus brazos hasta ponerla en sus hombros y dejar su cuerpo colgando como un costal de papas.
La chica apenas y se inmutó con tal acontecimiento. Tenía un rostro inexpresivo cuando el hombre se la llevó.
Todo pasó tan rápido que ni Neil ni Tedd tuvieron tiempo de reaccionar. Quizás en el fondo no querían ser ellos los que fueran sacados de ahí con tal persona.

Tedd se volvió a su amigo.

-Tenemos que salir de aquí -dijo Neil antes de que Tedd pudiera articular palabras semejantes. -Tenemos que ayudarla.
-La debes amar demasiado como para querer subir allá con todos ellos.
-¡No es eso! -se sonrojó Neil y apuntó hacia la celda de Molly. -El bárbaro dejó las llaves pegadas en el cerrojo de su celda.

Tedd volteó y comprobó que era verdad. Sin embargo eso no provocó que se sintiera más tranquilo ni un poco.

-No importa que escapemos de las celdas, aún seguiremos atrapados en esta enorme prisión flotante. -Tedd respiró profundamente y aunque el olor fétido lo hizo toser fuertes bocanadas de aire comprimido continuó. -Sólo habrá una manera de salir con vida y es muy arriesgado para nosotros.
-Me da miedo preguntar.
-Absian-Ley.
-¡No! -gritó Neil ante tales palabras.

Tedd ignoró las palabras de Neil exclamó con tal desesperación. El joven estiró sus brazos y tomó las llaves.
Bastó un minuto para que los dos estuvieran fuera de sus jaulas. Neil seguía pronunciando sus preocupaciones hasta que su amigo lo calló.

-No importa lo que digas, tú bien sabes que es la única manera -dijo Tedd con las manos en los hombros de sus amigos. -Otra cosa, creo que ya lo sabes pero no debes decir absolutamente nada sobre que eres el hijo de Monihiant.
-Descuida, no tienes que decírmelo -Neil volvió a tener sus ojos vidriosos mientras acompañaba a su amigo a la parte superior del barco.



Al subir encontraron la desagradable escena de al menos una docena de esos bárbaros rodeando a Molly; ésta un poco golpeada del cuerpo y semidesnuda.
Tedd y Neil llamaron la atención de todos los tripulantes. Por primera vez se dibujó un rostro de alivio en la joven, seguida de una amargura profunda en sus ojos oscuros avellanados.

Los bárbaros estaban a punto de arrematar contra los muchachos de Laroiss cuando las palabras seguras de Tedd los detuvieron.

-¡Absian-Ley! -gritó. -¡Convoco un Absian-Ley!

Un silencio sepulcral inundó el bote; sólo el mar gritaba con sus olas a la vez que se estampaban contra Le Ghiantre.
El bárbaro de cabellos castaños: capitán del bote inmundo y pegajoso dio unos pasos al frente. Salió a la vista de todos.

-Debes saber que el sólo hecho de convocar esas palabras traerás grandes sacrificios para ti y tus amigos -su robusta voz imponía seriedad en el aire. -¿Qué puedes tener tú que yo quiera? Tengo sus vidas, tengo sus esperanzas encerradas en este puño.

Apretó su mano para formar el puño del que hablaba en su alegórico discurso.

-Yo lo sé bien... -dijo Tedd aunque con su voz decidida sus piernas le flaqueaban. -Pero también sé muy bien que los bárbaros tienen un código. Igual o casi idéntico al de los piratas. Mi conocimiento de él no le incumbe a usted; acabo de invocar un Absian-Ley y eso significa que tendremos tú y yo un duelo a muerte. Ahora sólo la negociación nos incumbe sólo a nosotros.
-No me hagas reír...
-El sacrificio del invocador, o sea yo, será su propia vida y la de mis compañeros.
-¿Por qué aceptaría sus vidas? Ustedes ya me pertenecen.
-No puedes negarte -replicó el chico. -La invocación provoca que nuestras vidas están en juego. Todo lo demás lo decidirá el ganador y yo conozco lo que le ocurrió a aquel bárbaro que rehusó un Absian-Ley.

Todos los tripulantes del bote miraron comprometidos a su capitán. Él más que nadie sabía lo que le ocurriría si se negaba a aceptar el duelo. Nada más que ser la víctima de todo su bote, todos lo golpearían hasta matarlo.

-Si yo gano -dijo McLorence temeroso. -Tú tripulación nos liberará en la siguiente parada.
-Eres valiente muchacho. -pronunció después de haber dejado de reír. -Si yo gano usaré tu cuerpo para atraer a troinos al barco y con ellos usaremos a tu amigo hasta que suplique por su vida. Claro que a la preciosura nos la quedaremos para otros asuntos...
-Es mi vida por la tuya -dijo Tedd asqueado. -No entremos en detalles.

El capitán se giró a su tripulación.

-¡Preparen el barco y dejen toda esta parte despejada! -gritó -¡Tú y tú traigan las armas!

La tripulación se agilizó como si les hubieran prometido el festín de sus vidas. Se propagaron a hacer las tareas concedidas por su capitán.

-Mi nombre es Lorenzo Arcal -dijo y se quitó su túnica escarlata para dejar desnudo su cuerpo desde su torso hasta sus cabellos largos y desgreñados.
-Yo soy Tedder McLorence. -dijo el joven e imitó la acción del bárbaro únicamente librándose de su chaleco y atuendo azul. -Es curioso que ambos seamos Lorenzos cambiado por las regiones a la que pertenecemos.
-¿Sabes qué más es curioso?
-¿Qué?
-Que me hice capitán de éste barco a tu edad.

Las palabras de Lorenzo dejaron tan confundido a Tedd que no se dio cuenta cuando la tripulación terminó los preparativos y ya todo estaba listo.

lunes, 2 de abril de 2012

Wallpaper 1

Hola, en mis horas de ocio hice este sencillo Wallpaper de The journey to monihiant xyay, espero que les guste.

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