martes, 5 de junio de 2012

Capítulo 11

Capítulo 11
La  cantante  de  Vallen



Nos volveremos a ver Neil Xyay.

Fueron las últimas palabras de Lorenzo Arcal pronunciadas hacia el joven carnicero; posteriormente también se despidió de Tedd y Molly aunque a ellos no les dio mucho énfasis a sus palabras. Esto pasó la misma noche después de que Le Ghiantre desembarcó en la orilla del puerto de Vallen. El bárbaro les dio la espalda y se fue de allí junto con toda su tripulación de hombres malolientes y chimuelos, en su gran mayoría.
Como era de esperarse, su barco no tuvo ninguna especie de restricción en el lugar. El puerto albergaba barcos que iban desde los bárbaros y piratas, hasta los vikingos y los bandidos del mar de plata. También no faltaban los botes guerreros de las amazonas provenientes de las calientes tierras de Wenlef.

El puerto de Vallen era más que nada el grupo de naves estacionadas.
Una vez pasado el camino por la montaña larga de los extremos del territorio de Vallen llamado: El paso; llegaban a la aldea de Vallen donde era la verdadera guerra, la diversidad de tribus era enorme. Vallen era conocida por ser un punto de reunión de todos ellos por el famoso mercado de armamento ilegal en el cual no había absolutamente nada que no buscaran los compradores compulsivos, y claro, los mercantes de puestos ambulantes a lo largo de la capital que siempre esperaban poder estafar a piratas o vikingos jóvenes que no tenían ninguna experiencia en armas antiguas.
El gran enfrentamiento ocurría porque todos querían las mejores armas para sus barcos y allí ya se han hecho disputas entre toda clase de tribus por los materiales más cotizados.

Lo último que querían los tres jóvenes era verse envueltos en esa clase de discusiones. Cansados y sucios llegaron a una cabaña para huéspedes cerca de El paso de Vallen, camino al pie de la montaña.
El lugar fue recomendado por Lorenzo advirtiendo que descansaran porque era bastante duro el paso de la montaña hasta llegar a la aldea. Durante siglos había sido recorrida por los pies más pesados, casi enteramente por vikingos. Por supuesto se refería, el bárbaro, a diversos hoyos en la tierra que con la lluvia forma lodo, lodo que con el calor de la montaña crea una piedra muy dura en el camino y pareciera que había sido víctima de catástrofes ambientales desde los inicios de los tiempos. Lo cierto era que los vikingos pesaban demasiado y eso que de todas formas siempre llevaban armamento y animales de carga; el camino era un desastre.
Los muchachos hicieron caso de la recomendación del rey bárbaro y decidieron descansar unos días en el puerto. Molly fue la primera que no le agradó la idea y quiso continuar, luego de pensarlo un momento interpuso sus emociones y decidió quedarse unas lunas en la cabaña ya que le sería más fácil viajar en grupo. Ella sabía, de informantes de su clan, que El paso de Vallen era uno de los caminos más pedregosos y difíciles de pasar a pie. No quiso retar al destino. Los otros dos no pensaron ni un segundo en quedarse unos días. Estaban hechos trizas.

Las inquietudes de Molly pudieron esperar hasta que los bárbaros desaparecieron de su vista por el paso; los tres jóvenes subieron a la habitación rentada por la tripulación de Lorenzo. Cerraron la puerta y el bombardeo de preguntas de Molly comenzó:

-¿De verdad eres hijo de Monihiant Xyay? -preguntó y se quitó su calzado.
-Fue un plan muy ingenioso para quitarnos a los bárbaros de encima ¿No lo creen? -mencionó Tedd con una sonrisa nerviosa y una mueca de convencimiento hacia su amigo.
-No... -le lanzó una mirada matadora a su amigo cortando todo el teatro del ambiente. -En realidad si soy hijo de Monihiant.
-¿Por qué no me lo dijiste cuando estábamos en el calabozo de Catherine?
-No lo sabía, apenas me enteré el día siguiente.
-¿El día donde debí haber muerto?
-Sí, ese...

Tedd McLorence sospechó que apenas se estaba abriendo una charla tranquila entre Neil y Molly que seguramente abarcaría una buena parte de su noche. Lentamente se deslizó hacia la puerta, la abrió mientras mencionaba que iba a salir a tomar el aire. Cuando notó que ninguno de los dos lo había escuchado y continuaban su charla fue suficiente señal para salir de allí y cerrar la puerta haciendo el menor ruido posible.



Estuvo caminando unos cuantos minutos por el corredor que conectaba con los cuartos. Durante ese tiempo vio al menos a tres vikingos instalados en sus respectivos cuartos; sintió que en cualquier momento iba a ser atacado por algún vikingo o bandido. Temía porque su cuerpo todavía no le respondía como antes después de la paliza que recibió en el Le Ghiantre.
Pequeños trozos de recuerdos lo bañaron de insatisfacción de repente, todo por el hecho de casi morir en manos de un bárbaro. Recordó cuando su padre decía que no hay mayor escoria en el mundo que un bárbaro...

Su recuerdo amargo fue interrumpido por una voz que desentonaba con la música que cantaba. En momentos era dulce y en otros rayaba las notas en los oídos de Tedd. El eco de recepción llegaba limpio; era lo suficientemente tarde como para que alguien estuviera husmeando en los pasillos, pensó el muchacho.

Tedd avanzó y vio en la recepción a una chica más o menos de la edad de Molly: sus cabellos eran largos y dorados, su piel blanca y liza; desde la perspectiva del joven no podía notarle ninguna imperfección facial, su rostro parecía delicado y con facciones muy lindas, según los gustos del joven que no podía verle los ojos porque estaban cerrados. Normalmente no tendría ninguna excusa por no saber el color de sus ojos antes de regocijarse con la vista corporal, pero esa vez fue una excepción. Tedd no vaciló y dio cortos pasos, lentos, bajó las escaleras a la recepción y su mirada no pudo evitar observar más de cerca a la joven. Ella cantaba, dentro de la imaginación de Tedd, muy tenue y hermoso.

McLorence no sentía sus piernas, sólo se movían conforme sus oídos y su mirada pensara que estaba más cerca del ser vivo más hermoso que haya visto en su vida; estaba hipnotizado. No duró demasiado, la voz de la joven se desfasó por completo del ritmo de la canción y sacó un horrible sonido de su garganta, comparable a un gargajo atorado y después de un momento escupido.
Tedd se cubrió sus oídos con sus dos manos y gritó un poco. La joven lo notó y se sonrojó.

-Disculpa que te haya molestado. -dijo apenada y calló.
-No, no... estuvo bien -dijo Tedd metiéndose un dedo en el oído y hurgándose con el mismo.
-¿De verdad crees que estuvo bien? -sonrió la joven.
-Bueno, podría mejorar.
-Sí, ya me lo imaginaba... -mencionó desanimada y echó su cuerpo sobre el sofá de la sala. Parecía cansada, su respiración era profunda, ver el cuerpo de la rubia exhalar despertó una gran excitación en Tedd por lo que decidió sentarse al lado de ella. Es tan linda, pensaba.

-Sólo te falta mejorar un poco, un poquito.
-Si me falta mejorar un poco, un poquito, quiere decir que he mejorado bastante. -dijo emocionada y olfateo por unos instantes el aire. -¿De dónde viene ese horrible aroma?
-Discúlpame, vengo de viajar poco más de una semana con bárbaros y eso ha sido lo peor que me ha pasado.
-Debió ser duro -mencionó con voz quebradiza y se fijó en los moretones de los brazos del joven. -¿Qué te pasó?
-¡Ah esto! -se examinó los brazos e hizo un falso gesto de indiferencia. -No es nada. Tuve que pelear con un bárbaro para salvar mi vida y la de mis amigos.
-¡Válgame!
-Sí, no puedo decir mucho, sólo que le di la paliza de su vida. Lamentablemente resbalé y fui presa fácil.

La joven se acercó a McLorence y acarició su frente dulcemente. Tedd aprovechó para examinar sus ojos: lo que él ya esperaba, que eran imperdonablemente hermosos; grandes y azules como el color celeste y claro de las colinas de Laroiss al amanecer del tercer verano.

-Te invito al bar en el puerto de Vallen. Cantaré junto a algunos lugareños.
-Allí estaré... -hizo un esfuerzo extremo de no soltar baba acumulada en tan sólo unos segundos. Casi como un muerto viviente de las historias fantásticas.

La joven se despidió de él luego de un incómodo plazo en el que tanto él como ella no dijeron nada. Ella por esperar una respuesta más elaborada y él por viajar en el espacio y tiempo de la nada.
La joven se puso de pie tratando de no despertar al muchacho de su transe y salió un momento al bosque a practicar su canto.

Tedd soñado aun con el encuentro regresó a la habitación que rentaban. Encontró a Neil y a Molly dormidos en sus respectivos lugares. El joven cansado se acostó en su litera separado del colchón de Neil. Apagó la luz y durmió tranquilamente.




A la mañana siguiente Neil se despertó con una gran energía y entusiasmo por haber tenido la oportunidad de conversar amenamente con Molly la noche anterior.
Los tres desayunaron fruta dura y seca, cortesía de Lorenzo Arcal. Al menos ya no quedará más de esa horrible comida, decían gustosos.

Tedd les narró lo ocurrido en el despacho de la cabaña. Sobre la hermosa joven cantante.

-¿Ella era la que cantaba? -preguntó extrañado Neil.
-Creí que ocurría una masacre en los pasillos. -mencionó Molly con humor en sus palabras.
-Debo admitir que necesita mucha practica... -dijo Tedd a secas ignorando que es la primera broma que le había visto hacer a Molly desde que se conocieron.
-Poco más que mucha.
-Por el momento no tenemos ni los glins ni el tiempo -dijo Neil.
-Vamos, el lugar no cuesta si no consumimos nada. -se hincó a los pies de Neil. -Yo la amo amigo.
-Tú te enamoras una vez por semana. -dijo apenado por la actitud de su amigo. -Además ni siquiera sabes su nombre.
-Esta vez es diferente. De verdad la amo.

La conversación terminó en suplicas, las suplicas en llanto, el llanto en suicidio y finalmente el suicidio en aceptar en ir al bar para escucharla cantar.

A falta de una hora en particular los jóvenes estuvieron desde la mañana hasta la tarde ya a poco de anochecer. Molly y Neil ya estaban hartos de esperar; todas las frituras que se pudieron comer gratis ya estaban empezando a caerles mal en el estómago.

-Ya es la que viene... -decía Tedd siempre que un intérprete terminaba su canción. Él estaba ansioso por ver pasar al siguiente aunque siempre era algún lugareño diferente.

Cantantes eran demasiados. Sin embargo pasaban artistas interesantes: tales como vikingos que podían cargar cualquier cosa de su misma estatura, piratas comediantes y algunos realizaron actos de magia con muñecos encantados; los pericos de los bandidos también tenían su propio acto de debate.

-Ya es la que viene...
-Creo que si vuelves a decir eso te mataré -mencionó Molly al tragarse más que a la fuerza un cacahuate con agua. -No sé que es peor... ver a toda esa bola de fracasados haciendo cosas subnormales o a ti escucharte decir eso una y otra vez. Si no sale en la siguiente voy a golpearte en la cara.

Tedd no prestó atención a las quejas porque vio como la figura de la joven caminó hasta el centro del pequeño escenario con sólo un micrófono de pie en la mitad poco más adelante de una silla. Con ella vino solamente una guitarra acústica y un vestido blanco que le caía hasta los talones.

-¡Es ella! -gritó Tedd McLorence, se puso de pie y comenzó a aplaudir entusiasmado.

Neil y Molly estaban tan entumidos de estar sentados que no pudieron reaccionar como Tedd. De cualquier manera el bar estaba prácticamente vacío y su amigo no hizo mucho ridículo.

-¿En serio lo ibas a golpear? -preguntó Neil con una mueca de preocupación.
-Tendré que quedarme con las incontenibles ganas...
-¡Yo soy Bónitha Ginta y esta es una nueva canción que dice... !-gritó para silenciar al público. Lo primero que tocó fue una encantadora introducción con su guitarra. Las notas siguieron como fondo de la canción sin cambios radicales.

Bónitha comenzó a cantar:


Tú eres la luna, que con esa luz tan profunda, me hace sentir tan especial

Y yo quiero sentir tu sonrisa tocando mi piel, y así ¡poderte acariciar!

Yo quiero estar contigo y besarte una vez más
Yo quiero otra vez verte y contigo amanecer
Y así...


La expresión de todos cambiaba constantemente por las notas que de pronto rasgaba con la guitarra. La voz de Bónitha no estaba sincronizada con la balada de su instrumento o viceversa; su voz, además de todo, desentonaba como nunca nadie había escuchado.

Inclusive Tedd no pudo evitar tener un sentimiento de repulsión.


Ver en ti, esa luz que refleja mi corazón
Y que para siempre allí, estará. .

Tú eres la luna, que con esa luz tan profunda, me hace sentir tan especial

Y yo quiero sentir tu sonrisa tocando mi piel, y así ¡poderte acariciar!


Los abucheos comenzaron y frenaron a la chica que cantaba. Con las pocas cáscaras de cacahuates la atacaron y provocaron que dejara el escenario corriendo a la salida.

Al voltear Tedd notó que Molly también había sido partícipe de la lluvia de cáscaras. Al ver a McLorence molesto por eso ella fingió no haber hecho nada simulando un silbido.



Los tres regresaron más exhaustos que nunca. No pudieron encontrar a Bónitha ni siquiera fuera del bar o en alguna esquina. La presentación había terminado mal y todo el día perdido sólo provocaba que los chicos quisieran irse a acostar y no saber nada de este día nunca más.
Comenzó a bajar el sol y los jóvenes ya estaban en la puerta de la casa de huéspedes. Antes de abrir la puerta escucharon la voz de la chica rubia gritando y acercándose a ellos.

-¡Puchurrumin! -gritó y saltó para abrazar a Neil de espaldas, fue toda una sorpresa. Todos quedaron confundidos por la escena. -¡Creí que no te vería hasta el gran evento mi amor...!
-¿Amor? -dijo Neil espantado.

La cantante lo miró más detenidamente y se soltó de él en cuanto se dio cuenta que se había confundido de persona.

-Perdón -dijo colorada. -Pensé que eras mi novio.
-¡¿Novio?! -exclamaron Molly y Neil mirando a Tedd quien poco a poco se le degeneraba su expresión de confusión a completa tristeza.
-Sí, te pareces mucho a él.
-¡¿Por qué?! -se gritoneo Tedd en su interior y su expresión pasó a la de indiferencia absoluta.
-Es el amor de mi vida, es la persona con la que me voy a casar... -exhaló esas palabras. -Tienes un parecido increíble con él. Tal vez sean parientes. Aunque lo dudo bastante.
-Yo también lo dudo mucho. -mencionó Neil burlón.
-Es imposible que sean parientes porque... -se detuvo e hizo gestos con sus manos. -No se vayan a exaltar, él detesta que hable de estas cosas. Pero mi novio, además de que es el mejor hombre que conozco en el mundo, es el mismísimo hijo de Monihiant Xyay.

El silencio penetró en lo más profundo de los tres muchachos. Ninguno pudo articular palabra alguna. Únicamente se miraron entre ellos con cierta preocupación e incertidumbre.

-Genial ¿No? -produjo feliz Bónitha Ginta para romper el silencio. -Su nombre es Logan, Logan Xyay.

Sesión 2

The Journey to Monihiant Xyay
Sesión 2

Neil, Tedd y Molly han roto juntos el difícil cascarón del peligro y lo desconocido. Juntos han viajado al lado de bárbaros hasta El puerto de Vallen. Hay una línea delgada entre la confianza y la traición; todo esto mientras conocen nuevos personajes con diferente carisma y forma de ser. Poco a poco se aproximan más a resolver el misterio de Monihiant Xyay y cambiar sus vidas para siempre.