miércoles, 11 de abril de 2012

Capítulo 10

Capítulo 10
Absian-Ley


El cuerpo joven de Tedd no hacía ni sombra comparado con los brazos fornidos y velludos de Lorenzo Arcal. Aunque no se notaban con la capucha; una vez descubierto era evidente que el capitán Arcal era todo un bárbaro de treinta y tantos años de edad y experiencia.
Sólo el número de vellosidad era superado por las múltiples cicatrices que circulaban por su cuerpo.
Era increíble, pensaba McLorence, cómo un ser humano pudo haber resistido tantísimo dolor en el pasado y mantenerse de pie en el presente.
La cicatriz más notaria era una que viajaba desde el final de su cuello; atravesando por su pecho, estómago y costado, finalmente hasta su espalda. Si, la herida cortó una curva justo al llegar a su costado y continuó unos centímetros por su espalda.

-¡¿Qué bestia es capaz de hacerte esa clase de marca?!- gritó Tedd desde el otro lado del bote tratando de no hacer muy notorio lo asustado que estaba.
-¡Ninguna bestia...! -respondió. -¡Fue un hombre hace muchos años!
-¡Debió doler mucho!
-El peor de los tantos dolores que he sufrido en mi vida... -pronunció con voz entrecortada y casi nadie lo escuchó incluyendo a Tedd.

El muchacho tomó entre sus manos el arma que le fue dada por los bárbaros como parte del ritual convocado por él. Era una simple espada con el metal grueso pero con punta afilada: un arma común entre los bárbaros del mar. Lorenzo sostenía una igual.
Enrollando el mango del arma había un listón rojo que también era característico entre los bárbaros del sur. Antiguamente en la guerra esto los identificaba como guerreros aliados o enemigos dependiendo de tu bando.

Tedd miró los ojos de Lorenzo, hizo una finta con su arma y corrió a toda prisa contra él.
El bárbaro permaneció parado esperando el ataque del muchacho. Sin más tiró su espada al piso del bote y no se movió de su lugar ni un centímetro. Tedd aprovechando la oportunidad continuó hasta llegar al capitán; alzó su brazo y con la espada realizó un rápido movimiento con la intención de cortar en dos a Lorenzo Arcal.

Las pocas habilidades de Tedd con el manejo de la espada le fueron enseñadas por su padre: caballero real de Laroiss y sus fuerzas armadas; encargados de escoltar y proteger a la familia real de todo el que intente penetrar los muros del castillo.
No le fue difícil aprender lo básico ya que desde niño siempre estuvo interesado en ser soldado real e inclusive el manejo de armas como la espada y sus artes le maravillaban. Era su sueño, convertirse en un caballero de la guardia real algún día.

Pero luchar contra un bárbaro era muy diferente.

Lorenzo evadió el filo agachándose, con el impulso dado por sus piernas giró sobre su propio eje. Conforme al giro se volvió a incorporar y con su muñeca girada soltó un golpe con sus poderosos nudillos; el ataque fue dado horizontalmente traspasando la gentil defensa de Tedd y propinar un golpe en la oreja del muchacho.
Con esto lo hizo perder por unos instantes el equilibrio. Fue suficiente para que el bárbaro aprovechara la situación. Respiró hondo y le plantó otro golpe, esta vez con su codo hacia la espalda del muchacho. Esto no sólo hizo que Tedd soltara su espada sino que también su cuerpo cayó casi desmayado hacia la madera.
Tedd trató de levantarse con sus temblorosos brazos pero recibió al instante una patada en sus costillas con las botas azul oscuro del capitán. Nuevamente cayó súbitamente sobre el suelo exigiéndole a sus pulmones respirar; la asfixia lo comenzó a desesperar.

Le tomó más tiempo de lo que pensaba pero después de respirar profundamente y descubrir que tenía mucho dolor interno tuvo la suficiente fortaleza para ponerse de rodillas. Tedd predijo un siguiente golpe aproximarse a su cara, logró detenerlo con sus dos manos.
Lorenzo sujetó ambas manos con sus gruesos dedos llenos de rasguños y estiércol; en respuesta lanzó una patada a la cabeza descubierta del muchacho.

El cuerpo de Tedd McLorence se desmoronó por tercera vez hacia la madera astillosa y húmeda.
Lorenzo tomó la espada que por esa área había dejado caer y dio cortos pasos hasta llegar al muchacho casi inconsciente del dolor. Estaba boca abajo, el capitán hizo girar su cuerpo con una patada, lo dejó bocarriba. Dio un último aliento consiente y luego perdió el conocimiento.

Los gritos de la tripulación exigían sangre y sufrimiento. Un son potente se levantó desde las velas hasta los calabozos, de lo ancho del acrostolio hasta la proa.

-¡Mátalo, mátalo!- repetían todos juntos una y otra vez sin detenerse desde que su capitán, héroes de muchos, tomó la espada entre sus manos.

Lorenzo Arcal levantó su musculoso brazo y con él alzó la espada hasta posicionarla de la forma más correcta para decapitar el cuerpo del muchacho. El bárbaro continuó la acción hasta que se detuvo bruscamente, no sólo él sino toda su tripulación; cesaron de inmediato al escuchar el grito del otro muchacho, de Neil.

-¡Yo soy el hijo de Monihiant Xyay! -gritó antes de que el frío acero rebanara a su amigo frente a sus ojos. -Mi nombre es Neil Xyay, no soy muy valiente... mi amigo está metido en todo esto por mi culpa. Si alguien debe recibir todo ese castigo ese debo ser yo.

Lorenzo Arcal ignoró absolutamente todo lo que había dicho Neil.
Estaba inmóvil, tal y como se había detenido antes de matar al chico. No dejaba de apreciar los orbes de Neil. El rostro del bárbaro era de completo asombro. Al comprobar que efectivamente él era hijo de Monihiant Xyay soltó su espada y se incorporó nuevamente.
Sus ojos denotaban hasta cierto punto nostalgia.

-Eloz, Greso, quiero que se lleven al joven McLorence y le traten sus heridas. -ordenó. -Todos los demás dejen en paz a la chica. Quiero estar a solas con este muchacho...

Con un gesto el capitán de Le Ghiantre invitó a Neil a su camarote.
Entraron al pasillo sin decirse nada el uno al otro; caminaron hasta una cámara llena de armas de fuego, posteriormente bajaron por unas escaleras rechinantes y al final de las mismas había una puerta que los llevaba a la habitación de Arcal. Habitación que le costaría la vida a todo aquel bárbaro tripulante del barco que pisara la alfombra con sus pestilentes pies.
El capitán sirvió en unas copas de vidrio un jugo amarillento sacado de una botella verde obscura; el liquido era transparente y olía a aceite casero del que Neil pudo comprobar porque lo utilizaba en la cocina de la carnicería del Abastor. Por lo mismo negó un trago de eso y Lorenzo se lo fue empinando sorbo por sorbo.

-Es impresionante cómo se dan las cosas -dijo. -Sin duda lo eres, no me había dado cuenta pero, por las aguas saladas, eres idéntico a él.
-¿Qué nos pasará a mis amigos y a mí? -preguntó Neil aun asustado y sin saber qué pensar.
-Todavía no sé, pero no deberías preocuparte porque no los vamos a encerrar más.
-¿Conoces a Monihiant? -preguntó luego de un suspiro.
-¿Conocerlo? -sonrió y soltó una carcajada. -Él fue el que me hizo esto...

Apunto con su dedo e hizo un rápido recorrido por su cicatriz más grande. Reconoció que es su mayor tesoro.
En la cultura del bárbaro toda herida que se consagra en combate tiene tras ella una historia. Entre los bárbaros del sur no había alguien con una cicatriz tan grande como Lorenzo Arcal. El haber sobrevivido a dicha herida lo convirtió en una leyenda viviente.
Durante horas el hombre le contó a Neil sobre sus aventuras y por supuesto sobre su enfrentamiento con Monihiant Xyay, todo sin escarbar en detalles.
Neil le contó muy brevemente su cometido por encontrar a ese hombre. Le incomodaba que Lorenzo no lo dejara de mirar mientras él hablaba.

-Lamento todo lo que ocurrió Neil -insistió el hombre. -Pero dejamos ya muy atrás la parada a Shelsy. Salimos del otro lado, ahora nos dirigimos a la región de Crehios dónde nos moveremos hasta Baldohem, pueblo de bárbaros. No creo que sean bien recibidos allí, sin embargo desembarcaremos en el puerto de Vallen. Es tranquilo y de ahí podrán moverse hasta Shelsy.


Neil agradeció la información sobre el lugar. Por más que intentó sacar datos del capitán sobre su papá Lorenzo no le dijo nada.
Parecía que algo ocultaba pero su presencia le provocaba todavía suficiente miedo como para no ponerse brusco con las preguntas.



El resto del viaje fue aburrido.
Durante una semana los jóvenes vivieron con los bárbaros y comieron de sus alimentos, que aunque les parecía delicioso era de proporciones enormes; lo que sobraba se lo comían horas más tarde mientras que los bárbaros saboreaban sus platos hasta la última pisca de sabor. En otras circunstancias los hubieran matado si veían un plato inacabado de ellos y desperdiciado en el momento de la comida.
Después de las múltiples experiencias en el almuerzo a Neil y Molly no les extrañaba que tuvieran que ir a otros lugares para abastecerse. Todo lo hacían sin medida y demasiado rápido, entre todas las cosas su manera de "ir al baño" era lo que más les asqueaba.

Tedd no despertó hasta tres días después de la paliza que le propinó el bárbaro. Neil le dijo que tuvo mucha suerte de haber estado inconsciente tres días y no oler la putrefacción del barco y sus marinos. No había peor olor que Le Ghiantre durante un día soleado.
Su amigo lo visitó junto con Molly luego de despertar. Ella aunque no lo admitía le preocupaba un poco la salud de McLorence.
Los tres hablaron de lo ocurrido. Molly aunque sorprendida decidió que ese no era momento de interrogar a Neil sobre su reciente declaración sobre que era carne y sangre de Monihiant Xyay. La ladrona tendría muchas cosas que decirle pero no lo hizo en ese momento.

-¿Admitirás que te volvimos a salvar la vida? -pronunció Tedd con dificultad.
-¿Ustedes? Yo salvé mi propia vida -produjo Molly molesta. -En el momento en que el tipo rudo me cargó me hice con las llaves. Cuando se volteó y me lanzó a sus hombros pegué las llaves en el cerrojo. Todo estuvo planeado niños.

Tedd sin ánimos de pelear le dio la razón con un tono sarcástico. Eso provocó que Molly se molestara más de lo que ya estaba.

Neil contó un poco más de los acontecimientos mencionados por Lorenzo Arcal advirtiendo su llegada a la región de Crehios, más concretamente sobre su parada en el puerto de Vallen. Tedd admitió querer tocar tierra lo antes posible.
Molly no perjudicó las decisiones de los muchachos porque tenía que llegar a Vallen, pasear con ellos hasta Shelsy y de ahí tomar un transporte hacia Bornia para volver a reclutarse con sus compañeras.
La joven negó rotundamente su agrado a los chicos y se fue de la habitación, estampó la puerta y después del segundo rebote la puerta se cerró por sí sola.

-Amigo, creo que me gusta. -dijo Neil mirando la puerta.
-¿Molly la gruñona?
-¿Crees que tenga oportunidad?
-Con suerte no, recuerda que ella es una ladrona y asesina, sólo te traerá problemas en el futuro.
-¿Crees que haya asesinado a alguien?
-Según ella sí.


Los marinos gritaron felices -tierra a la vista  -cumpliendo una semana después del Absian-Ley.
Neil y Molly llegaron primero a la borda para ver el puerto al que se acercaban cada vez más. Tedd tardó un momento en llegar hasta los muchachos; todavía tenía delicadas sus heridas y un par de costillas en recuperación.
Al lado de los tres también llegó Lorenzo Arcal para acompañarlos hasta que el barco tocara la orilla del puerto.

-Hay ciertas cosas que tienes que descubrir sobre Monihiant tú solo Neil Xyay. -dijo Lorenzo luego de haber mordido una manzana podrida que encontró hace unos segundos por los barriles cerca del mástil. -Antes de verlo prepárate física y mentalmente. Sobre todo mentalmente.
-Todavía me preparo mentalmente para digerir la noticia. -dijo el carnicero con una sonrisa.
-Por cierto joven McLorence. -se dirigió Lorenzo al muchacho entumecido. -Espero no haber sido muy duro contigo...
-¡Nah! ni me dolió.

4 comentarios:

  1. :) absian ley. Me encanto el capitulo

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    1. wowww, que sorpresa no te esperaba ver por aquí :0!!!

      muchas gracias!!

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    2. eyy estuve muy ocupada nada más ¿ cuando se te ocurrirá actualizar?

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    3. ya tengo los siguientes 2 escritos en papel y lapiz, sólo me hace falta pasarlos. No creo que pase de la siguiente semana... muchas gracias!!

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