martes, 23 de agosto de 2011

Capítulo 3

Capítulo 3
El   Castillo   de   Catherine


Los cuatro jóvenes pasaron de largo el jardín con arbustos de diversas formas. Aunque las formas no eran precisamente aterradoras, la luz de la luna caía fría sobre las piedras y hojas; provocando un reflejo espectral, sobre su suelo árido y sin emociones.
Una de las dos chicas fue la primera en tocar las paredes del castillo, buscaba una ventana abierta o algún otro pasaje que se les haya escapado en su anterior visita al castillo.

-Me recuerda a los terroríficos castillos en los programas de televisión… -susurró Neil con sus manos en los hombros de Tedd como para no perderlo de vista.
-¿No decías que eran castillos con una belleza única y que si tuvieras la oportunidad los visitarías?
-De día no estaría nada mal…

La chica del otro extremo los chitó y abrió al momento una ventana. Ella entró, a continuación su amiga, posteriormente McLorence y al final con intimido entró Neil forzado por el brazo grueso de Tedd. Cerró la ventana tras él y todos juntos caminaron a lo largo de un pasillo.
El pasillo se extendía hacia la oscuridad; sobre ellos se prolongaba una alfombra roja que cubría el suelo azulejado en roca reflejante. Los pasos no se alcanzaban a oír más allá de sus propios oídos; sólo a lo lejos el ruido de los centinelas del castillo que merodeaban por los pasillos en busca de intrusos, sus armaduras chocaban con cada extremidad de sus cuerpos. Tal parecía que las chicas conocían un camino seguro hasta la sala de eventos y dirigieron a los chicos hasta ahí.

-¡Woooo…! -exclamó Neil al ver el enorme salón con candelabros colgando. La copa del salón era tan alta que se creía que se trataba del subterráneo de la torre más alta. Pero no era más que la sala principal del castillo.
-Aquí nos podrían ver fácilmente aunque todo esté oscuro –susurra su amigo. Su voz calló súbitamente cuando vio pasar por las escaleras superiores del salón a una joven corriendo con joyas. Tras ella corrían al menos cinco guardias, se perdieron en otra habitación al pasar de largo el extremo del salón. –El castillo anda en movimiento, deberíamos irnos, no nos vayan a confundir con esa ladrona. –pronunció Tedd.

Una de las chicas corrió por toda la sala; llegó al punto de estar peligrosamente cerca de uno de los soldados. Tomó una copa de la mesa principal y se apartó con pasos torpes. La otra chica le hizo una señal de aprobación y se fueron por el pasillo principal evitando a los muchachos.
Tedd y Neil las miraron huir. Por alguna razón Tedd detuvo a Neil antes de que éste las siguiera; normalmente Tedd es muy vacilante en sus actos, pero esa vez tenía una expresión seria y analista.

-¿Qué ocurre? –preguntó al instante Neil.
-Fuimos engañados… -tomó por unos momentos del brazo a su amigo y lo fue arrastrando a un pasillo diferente al que se habían ido las chicas. Ambos caminaron con sigilo. -… Era el plan de las chicas. Que nosotros sirviéramos como carnada para que ellas pudieran robarle a la familia real tranquilamente.
-¿Qué hacemos?

Se prendieron de repente todas las luces del castillo; por unos segundos los jóvenes quedaron cegados por su luz. Cuando recuperaron la vista ya se encontraban corriendo a donde su instinto les diera a entender.

-Tenemos que salir deprisa de éste lugar. Antes de que piensen que nosotros somos los ladrones… -Tedd se interrumpió porque al doblar en una esquina se dio cuenta que el pasillo siguiente estaba lleno de guardias reales que aguardaban al más mínimo ruido. El joven detuvo a Neil y lo empujó tras él. -, nos van a estar buscando en toda La Gran Central. Tendremos que salir por el estrecho sur del castillo y continuar por el bosque para poder evadir toda la guardia y llegar a Laroiss, con un poco de suerte nos podremos encontrar con alguna de esas chicas y golpearla en la cara…
-Creí que te gustaban –ironizó Neil con una mueca en sus labios.
-Sabes, ahora que lo dices… la riqueza eterna no va bien con mi persona.

Tedd se dio media vuelta y a lo lejos del pasillo vio que del otro lado también se acercaban guardias; se vislumbraron sus sombras en los muros barrocos. Al muchacho le invadió una muy pronta desesperación.
Explicó a Neil que se guardaran en una de las piezas que tenían a sus lados, sin embargo su corto pensamiento lleno de adrenalina le hizo empujar a Neil a una habitación y Tedd a otra, advirtiéndole que al escuchar su señal saliera lo más rápido que pueda.

El carnicero cerró la puerta con cuidado. Esperó a que todos los pasos metálicos cesaran en el pasillo; las sombras de los guardias se reflejaban por debajo de la puerta. Sostuvo su respiración por unos momentos, luego, pasaron de largo, pero Neil no escuchó ninguna señal para aprobar que saliera de la pieza por parte de su amigo; aunque idiota era con las mujeres confiaba en sus instintos. Así que decidió aguardar y darse media vuelta para sentarse en el suelo, se recargó en la gran puerta de madera.
Después de un suspiro en el suelo su cuerpo reaccionó con impresión. Se levantó de un salto; frente a él estaba una chica desconocida mirándolo con recelo.
Las facciones de la chica lo tomaron por sorpresa, era una joven verdaderamente hermosa; cabello castaño claro, sus entrecerrados ojos color nuez. Su piel blanca le hacía más fácil de reconocer a Neil la figura completa de ella; por su estatura el muchacho tomó por sentado que era mayor que él.

-¿Quién eres tú? –preguntó alterado y aún recuperándose del susto.
-Eso no te importa niño, ahora, si no te moles… -la chica se interrumpió al mirar a su atacante más de cerca. Sus ojos se abrieron más, su boca procuraba mantenerla cerrada; dibujó en sus ojos una marca de enojo e impotencia. -¿Quién eres tú?- le preguntó entre dientes.
-Eso no te importa.
-Ya me lo parecía.

Neil se distrajo un poco de su susto y se antepuso frente a ella, la miró de frente.

-Por ti y tus amigas estamos atrapados mi amigo y yo en un gran lío.
-Para tu información también nosotras estamos atrapadas en un lío enorme.
-¿Para qué necesitarían robar si son ricas?
-¡¿Tú no sabes nada?! –dijo la chica aparentemente más enojada que antes. La joven apretó su puño y le lanzó un golpe en la cara a Neil, éste retrocedió y pegó sus manos en la zona herida. –Sólo no te metas con nosotras. Les conviene, a diferencia de la reina nosotras no dudaríamos en hacerlos pedazos.

La joven se dio media vuelta y terminó de abrochar unas cuantas sábanas para que le sirvieran de cuerda y poder escapar por la ventana ya abierta del dormitorio.
Neil curioso se asomó a cuanta caída tendría que bajar la chica; al instante miró a lo lejos la villa de Laroiss demasiado chiquita. No tuvo que mirar abajo para que comenzara a darle nauseas.

-¡Estás loca, podrías matarte! –dijo alterado Neil. Se hinca en el suelo y mira por la ventaja a la altura de su nariz.
-Son los riesgos que se toman… -mencionó la muchacha al mismo tiempo que con una prenda propia se tapó los ojos. Neil podía ver como las piernas le temblaban a la ladrona.
Al estarse a punto de lanzar Neil la sujetó de su cintura y la jaló hacia él para tirarla al suelo sobre todas las sábanas. La dejó a un lado y se pone encima de ella para evitar que se levantara.
Ella se destapó su venda y miró furiosa al chico a los ojos.

-No necesito tu ayuda –le dijo y escupió en su cara. Neil la miró con ojos preocupados, por unos segundos la muchacha hizo la misma mirada. Se penetró un silencio incómodo; después de unos segundos el joven carnicero se levantó.
-Vi como te temblaban las piernas, con esa inseguridad te hubieras matado con esa caída.
-No me importa tu preocupación. Entiende que no puedo caer en manos de la guardia real… alguien como yo no duraría ni un segundo en un juicio…

En el pasillo se escuchó la voz de Tedd dándole la señal a Neil para que saliera y corriera. A su vez en vez de Neil salió la joven corriendo desesperada; empujo a Tedd al suelo y corrió por el pasillo contrario a los guardias. Tedd se levantó rápidamente y miró a Neil con ojos de picardía.
Neil lo ignora y corre junto con él. Entre sus manos tomó la hilera de sábanas y las mostró a su amigo.

-Aunque si me da curiosidad amigo, la verdad es que no me interesa conocer las sábanas donde la hiciste tuya –le mencionó burlón McLorence.
-Que encantador comentario, pero no hablaba de eso. Tenemos que bajar lo suficiente y escapar con esto por alguna ventana.
-Gran plan… pero ahora sí, sobre la chica…
-Calla Tedd, yo la vi primero –le dijo sonriente Neil al momento en que doblaron una esquina libre de guardias.
-Estoy dispuesto a pelear por ella, ¿Sabes? –replicó de la misma manera Tedd.
-Eres tan fácil de enamorar…
-¿Qué puedo decir? Soy un alma romántica por excelencia, aparte de apuesto.
-¿No dijiste hace unos momentos que las golpearías en la cara?
-Me dolería más a mí que a ellas…

Se detuvieron por unos momentos al escuchar un grupo de guardias acercarse por el siguiente cruce. Ambos se escondieron bajo unas mesillas en el pasillo; los guardias iban ya decididos a atrapar a una de las chicas que se acorraló por sí sola en uno de los puentes hacia las torres.
Los comentarios de los soldados no llegaron a oídos sordos. Neil en vez de correr forzado hacia la salida, miró a los soldados de espaldas.

-Ojalá no estés pensando en lo que creo… -le dijo Tedd desanimado.
-Si yo conozco tus rostros, tú conoces los míos.

Neil fue tras los soldados corriendo a toda prisa. Tedd a lo lejos lo seguía gritando palabras que lo hicieran detenerse, al no poder pararlo lo siguió hasta que Neil mismo se detuvo en uno de los ventanales del pasillo. Divisó a lo lejos como los soldados se iban agrupando uno por uno en el puente de la torre y estaban acechando a la joven que ya antes había conocido.
La joven estaba en medio del puente y de ambos lados comenzaban a acercarse con mucha precaución los soldados con lanzas y escudos.

Neil ató bien el extremo de las sábanas a uno de los santos de piedra que estaban en los muros del castillo.

-¡Neil, no! –le gritó Tedd. Lo sostuvo de su cinturón y lo miró serio. –Tú le temes a las alturas, no llegarás jamás ahí abajo.
-Encantador comentario –ironizó el muchacho temblando de miedo.
-Tenemos que salir de aquí. Los guardias están distraídos con ella…
-Creí que dijiste que lucharías por ella –mencionó Neil con una sonrisa forzada.
-Bueno, pensándolo mejor…

Antes de que Tedd pudiera terminar su oración; el otro muchacho se desabrochó su cinturón y se echó sin pensarlo. Al principio no tomó la trayectoria correcta. Se pegó a los muros y comenzó a correr sobre ellos, se impulsó y con su vuelo logró llegar hasta donde estaba la chica en apuros. Su impulso fue suficiente para tomarla entre sus brazos y alejarse del puente; la muchacha conmocionada vio el rostro de Neil sin mucho afán; cuando estuvo a punto de darle una cachetada el joven perdió el control de la hilera de sábanas.
La trayectoria se perdió y se rebobinó a su origen, aunque no en el mismo lugar, cayeron en la entrada del puente hacia el castillo; aún con todos los soldados en el puente de roca más aparte los que estaban dentro de la mazmorra. Los jóvenes se levantaron. Al menos en el caso de la muchacha lo miró furiosa.

-¡Eres un idiota! –le gritó.
-¡Oh vamos! Me vas a decir que ya lo tenías todo controlado, y que te vine a estorbar de todas maneras…

Las pobres palabras alentadoras del joven callaron súbitamente cuando de pronto un helicóptero pasó con una escalera colgando en su parte inferior. La escalera junto con la trayectoria del vehículo pasaron por el mismo lugar donde se encontraba la joven antes de ser “rescatada” por Neil.
A lo lejos se escuchaban las palabras de las otras chicas sobre el helicóptero, preguntándose dónde estaba su jefa. Finalmente siguiendo el código: pasaron de largo y se fueron con el motín que pudieron.

-…. Ah…. –dijo a secas el joven decepcionado de sus actos. –Supongo que lo arruiné todo.
-¿Tú crees? –lanzó un comentario sarcástico luego de volver a clavarle una mirada furiosa sobre los ojos del muchacho. –No te conozco, pero ya te odio.
-Mi nombre es Neil Fernett, soy carnicero en…
-¡No me importa! –le interrumpió drásticamente clavándole otro golpe en su rostro. Ignorando los quejidos del muchacho ella blandió una espada proveniente de su cinturón. La sujetó firmemente del mango, dio un enorme suspiro y apartó su mirada un momento de la acción y la prestó más tranquila al muchacho. –Yo soy Molly, sólo Molly.

2 comentarios:

  1. "Tedd y Neil miraron a ellas huir"

    Tedd y Neil las miraron huir.
    Ellos las vieron huir.

    "la riqueza eterna no me va bien con mi persona"
    no va bien con mi persona


    “y estaban acechando a la joven que ya antes había conocido el joven carnicero”
    Que ya antes había conocido


    jajaja me dio risa. Neil salvando a Molly. XDD
    Por lo visto es bonita la chica xDD mira que tirarse así siendo un miedoso. :P

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  2. jajajaja, a veces olvidas tus miedos por alguien a quien quieres salvar xBBBB. Si, Molly es una chica linda, pero ruda, tanto su pasado como su presente la obligan a ser así...

    gracias por el comentario, ya los errores que me marcaste han sido corregidos

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